Un adolescente que padece de un grave caso de epilepsia se ha convertido en la primera persona en todo el mundo en recibir un implante cerebral destinado a controlar la actividad epiléptica
Oran Knowlson, de 13 años de edad y nativo de Somerset, Reino Unido, padece el síndrome de Lennox-Gastaut, una rara forma de epilepsia altamente resistente a los tratamientos tradicionales que comenzó a manifestarse cuando él tenía solo 3 años.
En octubre pasado fue sometido a una cirugía para colocarle un neuroestimulador dentro de su cráneo, el cual envía señales eléctricas al cerebro que han logrado reducir hasta en un 80% la ocurrencia de convulsiones diurnas.
Justine, madre del infante, indicó que su hijo ahora se nota más feliz y tiene una mejor calidad de vida. “Su futuro parece mucho más esperanzador, algo que no sucedía hace solo algunos meses”, expresó.
De acuerdo con Martin Tisdall, neurocirujano pediátrico que dirigió el equipo encargado del procedimiento llevado a cabo en el hospital Great Ormond Street de Londres, “la epilepsia cambió por completo las vidas de Oran y su familia. Por eso, verlo montando a caballo y recuperando su libertad es verdaderamente asombroso. No podríamos estar más felices por formar parte de su mejoría”.
Oran fue el primer paciente ingresado al quirófano el marco de un ensayo realizado de forma conjunta entre el hospital Great Ormond Street, el hospital King’s College, el University College y la Universidad de Oxford.
Hasta el momento de la colocación del implante, Oran no pasaba un solo día sin convulsiones y, con frecuencia, sufría de cientos de ataques en un solo día. En ocasiones, los episodios convulsivos eran tan fuertes que dejaba de respirar, por lo que necesitaba reanimación, aumentando significativamente el riesgo de muerte súbita inesperada debido a la epilepsia (SUDEP, por sus siglas en inglés).
Durante la cirugía, Tisdall y su equipo tuvieron que penetrar en las profundidades del cerebro de Oran hasta alcanzar el tálamo, en donde colocaron dos pequeños electrodos. Posteriormente, los cables, que debían colocarse con una precisión de menos de un milímetro, fueron conectados al neuroestimulador, llamado Picostim, el cual fue desarrollado por la empresa británica Amber Therapeutics.
El dispositivo de 3.5 centímetros cuadrados y 0.6 de espesor fue colocado en una parte de la cabeza en la cual se había extraído una porción de hueso, y está anclado mediante unos tornillos al resto del cráneo. Es posible recargarlo mediante el uso de auriculares portátiles.
Una vez entró en funcionamiento, Picostim comenzó a enviar una serie de estímulos eléctricos suaves y constantes hacia el cerebro, con el fin de bloquear los impulsos eléctricos anormales que generan las convulsiones.